miércoles, 20 de enero de 2010

ALTOS EUCALIPTOS


La mejor y más triste melodía surgió hace un año atrás en los pasillos del hospital de Clínicas, en el desván de la escalera del 10° piso, desde mis labios por entre la armónica hasta los oídos del maestro Becher sentado en su silla de ruedas, creyendo que no se iba a levantar jamás –recordó el joven acampante a la par que soplaba su armónica entre los árboles, a la noche y a los perros aullando confundidos por lo desconocido del sonido en sus oídos. Bara ba pa pá, Bara ba pa pá, Bara ba pa pá, Pa pá, preparaba la melodía y la desgranaba, iba y venía, subía y bajaba con un grado tal de lentitud y melancolía, al tempo del fin de los tiempos. Pero pasó y el tempo también se fluidificó y aceleró a la vez por entre las venas del maestro, y alegre una tarde volvió sobre su ánimo, sobre sus pies y sobre sus historias, y esta melodía triste y falsamente premonitoria quedó atrás en el recuerdo, como una falsa alarma junto con las fantasías de un próximo final.




1 comentario:

  1. Muy bueno lo del hospital de clínicas y Becher. Espectacular

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